En términos económicos, dejar de ganar es perder —sino pregúntele a un buen comerciante. En términos espirituales, dejar de avanzar también es perder, o en nuestro caso, retroceder. ¿Estás avanzando o retrocediendo?
¿Por qué hago esta pregunta?, porque yo he notado en mi vida, y en la tuya, que en términos espirituales los procesos se estancan —y no estoy diciendo que seas malo o que seas un pecador empedernido, sino que en comparación con los santos estás quedado.
Migajas, migajas, migajas… ¿será que a Dios sólo le das las migajas de tu vida?, pero, ¿qué son las migajas? Las migajas son lo que sobra de lo que nos gusta, se le da a quien es poco importante para nosotros o a quien no amerita algo mejor; sólo basta con mirar que en una casa se le da la carne al esposo, a los hijos o a los invitados pero las sobras se le dan al perro o al gato, o al indigente que golpea a la puerta. Imagínate recibir con migajas a alguien a importantísimo en tu vida, ¿lo harías?; ¡es evidente que no! Entonces ¿por qué a Dios sólo le das las migajas de tu vida?, ¿le das a Dios lo mejor o lo que sobra?
Con esto no estoy diciendo que no lo ames, sino que no lo has priorizado, es más, puedes sentir que mucho lo amas, pero no basta con sentir amarlo sino que hay que demostrárselo y es por eso que no has avanzado. Ponte a pensar qué es lo más importante en tu vida y seguramente responderás que es Dios, pero si Dios es el más importante ¿entonces por qué la mayoría de tu tiempo está dedicado a otras cosas?, y en caso tal de que sí le dediques tiempo al Señor lo haces con mediocridad, de la peor manera, quizás las últimas horas del día cuando ya estás cansado(a), cuando ya te quedas dormido(a) haciendo cualquier oración, cuando tu cuerpo no da más y no desea ponerse de rodillas. Si sigues así, escúchame bien: ¡NO SERÁS SANTO(a)!
Ahora, querido lector: ¿Crees que el tiempo que le estas dedicando a Dios es de calidad?
Yo comprendo que somos laicos y tenemos cantidad de obligaciones: el trabajo, el estudio, la familia, horas de sueño, actividades, etc. Y todas estas actividades están bien, no se pueden descuidar, pero Dios nos pide que prioricemos el tiempo y le demos calidad de tiempo a Él.
¿Porqué no somos capaces de salir de la casa sin arreglarnos, sin bañarnos, cepillarnos los dientes?, en cambio ¡sí somos capaces de salir sin antes haber orado! y ¿no era Dios el más importante?
Pon atención: ¡Dios no nos pide mucho tiempo, sólo nos pide calidad de tiempo! No tienes que darle mucho, sino, por el contrario, el poco tiempo que le puedas dar debes dárselo bien; de tal manera que puedas decir: le doy poco tiempo (no porque me dé pereza sino porque es lo que puedo darle) pero de excelente calidad y allí ya estarás priorizando, allí ya será Dios el primero en tu vida. Te aseguro que así la oración, aunque sea corta, tendrá frutos.
¿No te das cuenta que hace mucho tiempo estas luchando contra el mismo vicio?, ¿que para cada confesión no tienes necesidad de cambiar el examen de conciencia porque siempre son los mismos pecados?, ¿Y seguimos así de tranquilos?, te lo repito: ¡ASÍ NO SEREMOS SANTOS!
¿Cómo pretendemos ser santos si vamos a Misa y nos quedamos dormidos, no escuchamos el evangelio, hacemos el Santo Rosario a las carreras y no lo meditamos porque no hay mucho tiempo, porque ya estamos cansados y queremos dormir? ¿Cómo quieres que tenga fruto una oración hecha de esa manera?
Sólo si una oración está bien hecha da buenos frutos, como una semilla sembrada en tierra buena también los da ¿Cuántos frutos está dando tu oración?, ¿Estás amando más?
¿Por qué tantos hombres han llegado a las santidad y nosotros estamos varados en el mismo punto? ¿Si es el mismo Dios, las mismas gracias y dones porque nosotros no somos santos? ¿Qué tenían los Santos para amar tanto al Señor, para hacer tantas obras heroicas por él, para darlo todo? Lo que tenían los Santos era una buena herramienta: LA ORACIÓN PRIORITARIA y no las migajas.
Entonces piensa concretamente qué vas a hacer para dejar de darle las migajas de tu vida a Dios, una buena opción es escribir en la mañana una lista de todo lo que tienes que hacer en el día y ordenarlo según la prioridad que tenga para ti.
Termino recordando el poema de Lope de Vega:
Yo ¿para qué nací? ¡Para salvarme!
Que tengo de morir, es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
Triste cosa será, pero posible.
¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo.
Gina Paola Aristizabal
Misionera LAM Medellín