martes, 21 de junio de 2011

La perfecta alegría

El mismo (fr. Leonardo) relató también que un dìa el B. Francisco llamó a fray Leòn y le dijo: "Escribe, fray León". Y él respondió: "Estoy listo". "Escribe -le dijo- cuál es la verdadera alegría".
Viene un mensajero y dice que todos los maestros de París entraron en la Orden. Escribe: no es verdadera alegría.

Y lo mismo de todos los prelados del otro lado de los Alpes, arzobispos y obispos; y lo mismo del rey de Francia y del rey de Inglaterra. Escribe: no es verdadera alegría.
Y que todos mis hermanos fueron a los infieles y los convirtieron a todos a la fe; y que tengo tanta gracia de Dios que curo a los enfermos y hago muchos milagros. Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría.

¿Cuál es, entonces, la verdadera alegría? Regreso de Perusa y llego aquí muy de noche y es invierno, con barro y mucho frío, hasta el punto que el agua congelada en el borde de la túnica me golpea las piernas y sangran las heridas. Y lleno de barro, con el frío y el hielo, llego a la puerta y, después de mucho aporrear y llamar, viene el fraile y pregunta: ¿Quién es? Yo respondo: Fray Francisco. Y él dice: "Vete, estas no son horas. No entrarás". Y al insistir de nuevo responde: "Vete, eres un simple y un ignorante; de ningún modo vendrás con nosotros; somos tantos y tales que no te necesitamos". Y yo sigo aún en la puerta y digo: "Por el amor de Dios, hospedadme esta noche". Y èl responde: "No lo haré. Ve al lugar (hospital) de los Crucíferos y pide allí".

Yo te digo que si tengo paciencia en esto y no me molesto, esa es la verdadera alegría y la verdadera virtud y salvación del alma.

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