Es un Domador único, por la clase de fieras que doma y por el procedimiento de que se vale. Son fieras con entendimiento elevado a veces a un refinamiento de entendimiento de diablo y con una voluntad libre para ser y dejar de ser fiera indefinidamente y para manifestar o encubrir la fiereza bajo formas casi infinitas; y el procedimiento no es ni el hierro de la jaula, ni el palo, ni el látigo, ni el ademán de fiereza del domador, sino este solo: el silencio, un silencio misteriosamente eficaz.
¿Qué esto no es posible?
Someteos a una prueba con tal de que tengáis fe en la Presencia Real de Jesús en su Eucaristía.
Cuándo sintáis bramidos de fiera en vuestro corazón, en vuestra inteligencia o en vuestra sensibilidad, poneos de rodillas delante de un Sagrario y procurad estar tan callados que lleguéis a oír el silencio del Maestro sin palabras; yo os aseguro con el testimonio de miles de almas, que el silencio de Jesús invadirá vuestra cabeza, vuestro corazón y hasta vuestros nervios y cuando os levantéis, la fiera estará domada.
Yo os aseguro que son legión las almas que suscriben conmigo esta afirmación: si yo no comulgara cada día, sería cada día más fiera... Si no comulgara nunca, sería una fiera sin esperanza de domar...
Tomado de la obra: Jesús Callado. Beato Manuel González.
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